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Sentient Media revela que menos del 4 % de las noticias sobre el clima mencionan la agricultura animal como fuente de emisiones de carbono.
Palabras de Joe Fassler, The Guardian
La alimentación y la agricultura contribuyen con un tercio de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, siendo superadas solo por la quema de combustibles fósiles. Y, sin embargo, la gran mayoría de la cobertura mediática sobre la crisis climática pasa por alto este sector crítico, según un nuevo análisis de datos de Sentient Media.
Los hallazgos sugieren que solo alrededor de una cuarta parte de los artículos sobre el clima en 11 importantes medios estadounidenses, incluido The Guardian, mencionan la alimentación y la agricultura como causa. Y de los 940 artículos analizados, solo 36 —o el 3.8 %— mencionaron la agricultura animal o la producción de carne, que son, con diferencia, la mayor fuente de emisiones relacionadas con la alimentación.
Los datos revelan un entorno mediático que oscurece un factor clave de la crisis climática. La producción de carne por sí sola es responsable de casi el 60 % de las emisiones climáticas del sector alimentario, y sin embargo, su impacto está gravemente subestimado: una encuesta de 2023 del Washington Post y la Universidad de Maryland encontró que el 74 % de los encuestados en Estados Unidos cree que comer menos carne tiene poco o ningún efecto en la crisis climática.
Sentient Media analizó los artículos en línea más recientes sobre el cambio climático provenientes de 11 importantes medios de comunicación de Estados Unidos: The Guardian, Boston Globe, Chicago Tribune, CNN, Los Angeles Times, New York Post, New York Times, Reuters, Star Tribune, Wall Street Journal y Washington Post. Se excluyeron los artículos de opinión, las historias sindicadas y los textos que mencionaban el cambio climático solo de manera tangencial.
Mediante inteligencia artificial se recopiló el grupo final de 940 historias, que luego se revisaron individualmente para garantizar su precisión. De todas las causas consideradas en el informe —incluyendo la minería, la manufactura y la producción de energía (55.9 %); los combustibles fósiles (47.9 %) y el transporte (34 %)—, la ganadería y el consumo de carne fueron, con mucho, los temas menos tratados.
La editora en jefe de Sentient Media, Jenny Splitter, quien ayudó a supervisar el informe, dijo que como periodista que cubre la intersección entre el clima y la alimentación había notado durante mucho tiempo esta omisión. “Pensamos que una forma de iniciar la conversación con otros periodistas y redacciones era ponerle algunos números a la cuestión”, señaló.
Mark Hertsgaard, director ejecutivo y cofundador de Covering Climate Now, una organización sin fines de lucro que ayuda a las redacciones a fortalecer su cobertura climática, dijo que los medios de noticias diarias tienen dificultades para destacar las causas más profundas del cambio climático, a menudo enfocándose en actualizaciones incrementales en lugar de en los motivos fundamentales.
“No es necesariamente algo malintencionado”, aseguró. “Pero a medida que la crisis climática se ha acelerado, es cada vez más indefendible que la cobertura informativa del cambio climático no deje claro que esta crisis es impulsada por actividades humanas muy específicas —principalmente la quema de combustibles fósiles—. Y en segundo lugar están la alimentación, la agricultura y la silvicultura”.
Hertsgaard, quien ha informado sobre la crisis climática desde 1990, dijo que la alimentación y la agricultura han sido durante mucho tiempo una “grave omisión” en los círculos climáticos. La cumbre de cambio climático de las Naciones Unidas no tuvo un enfoque dedicado a la agricultura hasta 2015, reflejando su condición de tema descuidado en el mundo de los responsables políticos, los grupos de reflexión y las organizaciones no gubernamentales (ONG), lo que contribuyó, según Hertsgaard, a la falta de conocimiento de los medios sobre el tema.
Dhanush Dinesh, fundador del grupo de expertos centrado en los sistemas alimentarios Clim-Eat, dijo que las organizaciones climáticas a veces evitan el tema debido al estatus culturalmente delicado de la alimentación, lo que puede haber contribuido a mantenerlo fuera del foco mediático.
“Cuando comes una hamburguesa, no solo estás comiendo una vaca… Estás comiendo el Amazonas. Estás comiendo la Tierra”.
Michael Grunwald, periodista
“Nadie quiere exponerse y decirle a la gente qué debe comer; es demasiado sensible”, indicó. “Incluso dentro del espacio de la defensa climática, vemos que es un tema bastante polarizante”.
Esa tensión no siempre es tan espontánea. Cuando un informe de 2019 publicado por The Lancet mostró cómo las dietas con menos carne podrían alimentar al mundo sin causar un colapso ambiental, una coalición respaldada por la industria ayudó a financiar parte de la reacción en contra. Los grupos de la industria de la carne vacuna adoptan un enfoque activo en la gestión del mensaje, incluido el mantenimiento de un “centro de mando” las 24 horas en Denver que monitorea las redes sociales en busca de historias negativas y difunde mensajes contrarios.
El periodista Michael Grunwald explicó que la conversación sobre la alimentación hoy está unos veinte años retrasada con respecto a la conversación sobre energía y combustibles fósiles. Pasó años cubriendo temas climáticos para medios como Time, Politico y The Washington Post antes de empezar a ver los vínculos entre la comida en nuestros platos y los cambios en la atmósfera.
“No sabía absolutamente nada”, dijo. “Aquí estaba esta parte importante de la ecuación climática sobre la que yo era espectacularmente ignorante. Y me di cuenta de que probablemente otros también lo eran”.
El nuevo libro de Grunwald, We Are Eating the Earth (sin versión en español, título que se traduce como Nos estamos comiendo la Tierra), analiza cómo las elecciones dietéticas moldean la superficie del planeta, desempeñando un papel enorme en su destino final. Eso se debe en parte a que el ganado rumiante —especialmente el vacuno— es una fuente importante de metano, un potente gas de efecto invernadero que calienta el planeta 80 veces más rápido que el dióxido de carbono.
Pero alimentar a miles de millones de animales de granja también ocupa una gran cantidad de espacio. La mitad de la tierra habitable del planeta ya está dedicada a la agricultura y la mayor parte de esa —alrededor del 80 %— se utiliza como pastizales o tierras de cultivo para producir alimento para animales, lo que convierte al consumo de carne en un importante impulsor de la deforestación mundial. Hoy, se destruye el equivalente a un campo de fútbol de selva tropical cada seis segundos, una pérdida que se agrava dramáticamente por el creciente apetito humano por la carne.
“Cuando comes una hamburguesa, no solo estás comiendo una vaca”, aseguró Grunwald. “Estás comiendo guacamayos, jaguares y el resto del elenco de Río. Estás comiendo el Amazonas. Estás comiendo la Tierra”.
Y, sin embargo, este daño tiende a ser ampliamente malinterpretado, cuando no completamente ignorado. Solo alrededor del 15 % de las historias analizadas por Sentient Media mencionan los cambios en el uso de la tierra en relación con la crisis climática.
Timothy Searchinger, investigador sénior de Princeton, ha pasado décadas argumentando que no se puede resolver el problema climático sin replantear la forma en que usamos la tierra.
“Cada árbol, una vez que le quitas el agua, es aproximadamente 50 % carbono. Así que los bosques almacenan vastas cantidades de carbono”, dijo. “Si seguimos talando bosques, tenemos la capacidad de aumentar dramáticamente el cambio climático”.
Esa conversión de bosques en tierras agrícolas tiene un costo impensable, responsable globalmente de tantas emisiones de carbono cada año como todo Estados Unidos. Mientras tanto, se espera que la población mundial crezca de 8,000 millones a 10,000 millones para 2050. Por lo tanto, resolver la crisis climática significará producir más alimentos con menos emisiones en la misma cantidad de tierra o, idealmente, en menos tierra aún.
“No hay realmente una forma de resolver los problemas de uso de la tierra en el mundo sin una moderación de las dietas —el consumo de carne, especialmente de res— en el mundo desarrollado”, explicó Searchinger.
Si el consumo de carne de rumiantes en países ricos como Estados Unidos disminuyera a unas 1.5 hamburguesas por persona por semana —aproximadamente la mitad de lo que es ahora, pero aún por encima del promedio nacional de la mayoría de los países—, eso por sí solo eliminaría casi por completo la necesidad de deforestación adicional debido a la expansión agrícola, incluso en un mundo con 10,000 millones de personas, según un análisis del Instituto de Recursos Mundiales (World Resources Institute).
Aunque reconoce que la cifra del 3.8 % es baja, Jessica Fanzo, profesora de clima en la Universidad de Columbia, dijo que no culpa tanto a los medios como al desafío de traducir el consenso científico en acción real, un estancamiento estructural que ha hecho que el progreso, y por lo tanto la narración, sean más difíciles.
“Los gobiernos son reacios a presionar con fuerza por cambios en la dieta, las emisiones del ganado o la dependencia de los fertilizantes, porque desencadenan sensibilidades culturales y arriesgan represalias políticas”, comentó por correo electrónico. También señaló que es difícil actuar sobre un sector agrícola vasto y descentralizado. El defensor climático y autor Bill McKibben coincidió, al indicar en comentarios enviados por correo electrónico que 20 empresas de combustibles fósiles son responsables de gran parte de las emisiones del mundo, mientras que en el caso de la alimentación, todo se reduce a las acciones de millones de agricultores.
Mientras tanto, la política agrícola de Estados Unidos está principalmente orientada a aumentar la producción de granos básicos y alimentos para animales mediante subsidios, un enfoque que prioriza las calorías baratas por encima de la reducción de las emisiones de carbono. Y las soluciones disponibles del lado de la demanda —como los impuestos a la carne o los lunes sin carne en las escuelas públicas— corren el riesgo de tocar un “cable cultural” muy sensible.
Pero en este entorno dividido, los medios pueden desempeñar un papel crucial, dijo David McBey, científico del comportamiento de la Universidad de Aberdeen enfocado en los vínculos entre la dieta y el clima.
“Las campañas de información no cambian el comportamiento”, aseguró. “Pero sí sientan una base importante. Si quieres que el comportamiento cambie, es importante que la gente sepa por qué debería hacerlo”.
Esta historia fue publicada originalmente por The Guardian.