Reportaje

La muerte de un inmigrante en una planta avícola de Oklahoma revela condiciones laborales peligrosas

Empleados actuales y anteriores describen un ritmo de trabajo agotador y estándares de seguridad cuestionables.

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OK Foods poultry processing facility in Heavener is shown. OK Foods is owned by the Mexican company Industrias Bachoco. Brianna Bailey/THE FRONTIER

Reportaje Agricultura Trabajadores

Era poco antes de las 3:00 a. m. en marzo cuando el zumbido de la maquinaria en la planta avícola de OK Foods en Heavener, Oklahoma, fue interrumpido por un grito estremecedor, según relató un trabajador.

Esa noche, el equipo de saneamiento incluía a Leovigildo Ramírez Castillo, un padre e inmigrante de México de 49 años. Mientras trabajaba sobre un enorme sinfín —una máquina en forma de tornillo que separa la carne de los huesos del pollo—, Ramírez resbaló a través de un piso enrejado y cayó dentro de las cuchillas, informaron medios locales. Un informe policial señala que un compañero corrió a apagar la energía, pero los servicios de emergencia lo declararon muerto en el lugar.

Su muerte pone de relieve las condiciones peligrosas que enfrentan los miles de trabajadores, muchos de ellos inmigrantes, que mantienen en funcionamiento las plantas avícolas del este de Oklahoma a un ritmo vertiginoso, trabajos que a menudo son mal pagados y de alto riesgo.

La empresa OK Foods, con sede en Fort Smith, Arkansas, ahora una subsidiaria del gigante avícola mexicano Industrias Bachoco, emplea a más de 700 trabajadores en su planta de Heavener y a muchos más trabajadores subcontratados. Ramírez era uno de esos contratistas. Trabajaba para QSI LLC, una empresa con sede en Tennessee que provee personal para el turno nocturno de saneamiento de la planta.

Empleados actuales y anteriores describen un ritmo de trabajo agotador y normas de seguridad laxas en la planta avícola, especialmente para los trabajadores de saneamiento contratados.

Meses antes de la muerte de Ramírez, una empleada administrativa de QSI renunció a su puesto en un comité de seguridad laboral. Más tarde alertó a un representante de recursos humanos de la empresa que estaba preocupada por la falta de capacitación y de equipo de protección en la planta de Heavener.

En septiembre, la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA) de Estados Unidos impuso a QSI sanciones propuestas por $250,628 tras la muerte de Ramírez. Los inspectores que visitaron la planta poco después del incidente alegaron que la empresa ignoró deliberadamente normas federales que exigen desactivar maquinaria peligrosa mientras es limpiada y que no proporcionó protecciones para evitar el contacto de los trabajadores con partes móviles. Los inspectores también alegan que la empresa no informó lesiones que obligaron a trabajadores a faltar o a ser reasignados.

Un cartel en español que promueve la seguridad laboral cuelga de la cerca exterior de la planta procesadora de pollos de OK Foods en Heavener. Crédito: Brianna Bailey/THE FRONTIER

Según una hoja informativa de la agencia, la OSHA puede reducir las multas propuestas según la gravedad de las infracciones o si considera que los empleadores actúan de buena fe.

Un portavoz de QSI, Gene Boulware, dijo que la empresa no podía comentar sobre el caso porque la investigación de OSHA sigue en curso. También se negó a responder preguntas sobre el trabajo de la empresa con Bachoco debido a una cláusula de confidencialidad en su contrato y a las políticas internas.

“Estamos entristecidos y nuestros corazones están con toda la familia Ramírez y las familias QSI-Heavener”, dijo Boulware. “QSI valora a nuestros asociados y trabaja para brindar oportunidades de empoderamiento económico a quienes a menudo se les niega el acceso al sueño americano… Trabajamos para que los alimentos que usted consume sean seguros, sin olvidar nunca la importancia de la seguridad laboral”.

Bachoco también se negó a comentar sobre el caso porque está bajo investigación.

“Lamentamos profundamente la pérdida del señor Leovigildo Ramírez Castillo y extendemos nuestras más sinceras condolencias a su familia, amigos y colegas”, dijo la empresa en una respuesta escrita a las preguntas de The Frontier. “La salud, la seguridad y el adecuado mantenimiento de nuestras instalaciones y equipos son fundamentales para proteger a nuestros empleados. Cumplimos con rigurosos protocolos de seguridad industrial y mantenimiento de maquinaria. Nos adherimos estrictamente a las regulaciones federales y normas internacionales, así como a todas las regulaciones locales aplicables, salvaguardando así el bienestar de nuestro personal. Nuestro equipo directivo cuenta con las certificaciones requeridas por las autoridades competentes en materia de salud y seguridad”.

Para investigar los riesgos de seguridad en la planta, The Frontier habló con nueve empleados actuales y anteriores, incluidos trabajadores de México y Centroamérica, y revisó correos electrónicos internos, registros de autopsias, datos de inspección, registros médicos, informes policiales y de bomberos, grabaciones de llamadas de emergencia y otras fuentes.

Cheyenne Priebe, quien trabajó como empleada administrativa para QSI en la planta de Heavener, advirtió a los directivos que la empresa no estaba proporcionando capacitación adecuada y que los supervisores habían dejado de realizar las reuniones semanales obligatorias de seguridad, según una copia de un correo electrónico del 13 de julio de 2024 obtenido por The Frontier.

“Me preocupa la seguridad de todos los empleados actuales y futuros, y la seguridad no parece ser una prioridad para algunos miembros de la gerencia”, escribió Priebe.

Dos trabajadores dijeron que se les obligaba a firmar formularios de seguridad sin revisar los procedimientos.

Boulware dijo que el equipo directivo corporativo de QSI y la línea telefónica de cumplimiento de recursos humanos no habían recibido quejas relacionadas con la firma de formularios y la revisión de procedimientos de seguridad, “a pesar de que se han publicado avisos con dicha información de contacto en todos los sitios, incluido Heavener, Oklahoma”.

Otros trabajadores dijeron que también intentaron dar la voz de alarma. Peggy Persons, quien fue trabajadora de producción para OK Foods durante dos años antes de renunciar en noviembre, aseguró que se quejó ante los supervisores sobre condiciones peligrosas entre ocho y diez veces.

“Incluso le dije a mi supervisor en un momento: ‘¿Qué se necesita? ¿Hace falta que alguien muera aquí arriba para que ustedes reaccionen?’”, señaló Persons, quien ahora forma parte del consejo municipal de Heavener.

Extrabajadores dijeron que la búsqueda de velocidad condujo a atajos de seguridad en la planta. La ley federal exige que los sinfines se apaguen y se bloqueen durante su limpieza, pero dos extrabajadores, que renunciaron en 2024, dijeron que durante el tiempo que estuvieron allí los supervisores los dejaban funcionando para que los equipos pudieran lavarlos más rápido.

“Siempre les decíamos que no operen las máquinas mientras las están limpiando”, dijo Brian Layman, un gerente de mantenimiento de larga trayectoria en OK Foods que renunció el año pasado debido a una lesión.

QSI afirmó que no tenía registro de tales quejas y que la empresa exige procedimientos para mantener la maquinaria apagada y asegurada.

Un mapa de las principales plantas procesadoras de aves de corral de Oklahoma

“Nuestras políticas y procedimientos cumplen completamente con todas las regulaciones y normas pertinentes”, indicó la empresa en respuesta a las preguntas. “Además, QSI proporciona y exige que todos los gerentes publiquen un volante que anima a todos los empleados a reportar cualquier condición insegura utilizando nuestra dirección de correo electrónico y línea telefónica anónimas monitoreadas”.

En el mismo turno en que Ramírez sufrió su accidente fatal, los trabajadores ya estaban atendiendo a otro empleado que había caído de una escalera y estaba sangrando de la cabeza, según grabaciones de una llamada al 911 de esa noche. Mientras se escuchaban gritos y una alarma sonaba de fondo, el llamante dijo a los operadores: “Un tipo se cayó de una escalera y se golpeó la cabeza, y tenemos a otro atorado en una máquina en este momento. Y la enfermera… aquí no hay enfermera”.

Las plantas avícolas de Oklahoma carecen de sindicatos y defensores de seguridad

La instalación de Heavener es una de las plantas procesadoras de pollos más grandes de Oklahoma y una de las cuatro operaciones de procesamiento en Estados Unidos propiedad de Bachoco, que adquirió OK Foods en 2011. La empresa ha suministrado pollo a Walmart, Raising Cane’s, KFC, Taco Bell y Pizza Hut.

Oklahoma deja la supervisión de seguridad laboral a la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional federal. La administración Trump eliminó en 2019 los requisitos que obligaban a las plantas a reportar datos sobre lesiones laborales y propuso flexibilizar otras normas federales de seguridad laboral a principios de este año.

Mientras que la gran industria avícola del vecino Arkansas ha dado lugar a centros de trabajadores y grupos de defensa que se oponen a las condiciones inseguras, la considerable fuerza laboral inmigrante de Oklahoma cuenta con menos apoyo. Las plantas avícolas del estado carecen de sindicatos u otras organizaciones externas que amplifiquen las preocupaciones de los trabajadores sobre seguridad.

Bachoco tiene otra planta grande en Muldrow y Tyson Foods tiene una planta importante en Broken Bow que emplea alrededor de 1,250 trabajadores.

Un camión lleno de pollos empacados en jaulas
Pollos sentados en un camión esperando ser descargados afuera de la planta procesadora de pollos de OK Foods en Heavener. Crédito: Brianna Bailey/THE FRONTIER

La muerte de Ramírez marca la primera fatalidad laboral registrada en las operaciones de Bachoco en Estados Unidos desde que la empresa adquirió OK Foods, aunque según reportes de prensa, varios trabajadores han muerto en sus plantas en México en los últimos años. A nivel nacional, la industria procesadora de aves registró ocho muertes laborales tanto en 2022 como en 2023.

Los registros muestran que OK Foods ha sido citada previamente por fallas de seguridad en Oklahoma. En 2015, inspectores de la OSHA citaron la planta de Heavener tras encontrar “un empleado trabajando desde una plataforma que no contaba con barandillas estándar, ni se le proporcionó protección contra caídas”. En 2017, la OSHA multó a una planta de OK Foods en la ciudad de Oklahoma con más de $18,000 por no documentar riesgos de incendio, no mantener detectores de amoníaco y no implementar un plan de acción de emergencia.

En marzo de 2023, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos otorgó a la planta de Heavener una de las 44 exenciones de velocidad de línea en todo el país, permitiéndole procesar 175 aves por minuto en lugar del estándar de 140.

La administración Trump anunció en marzo pasado planes para convertir las velocidades de línea más rápidas en el estándar federal para las instalaciones de procesamiento de carne y eliminó los requisitos que obligaban a las plantas con exenciones a reportar ciertos datos de lesiones laborales. Los sindicatos se han opuesto a las nuevas reglas, argumentando que aumentarán la tasa de lesiones.

Desde que la planta de Heavener abrió en la década de 1990, la mano de obra inmigrante ha transformado el pequeño pueblo enclavado en las estribaciones de los Ozarks. Hoy, más de un tercio de los aproximadamente 3,000 residentes de Heavener son hispanos, con letreros en español a lo largo de su calle principal y una parroquia católica que ofrece servicios en español. Los inmigrantes trabajan en empleos duros en toda la cadena de suministro avícola, desde atrapar pollos en granjas cercanas hasta operar el molino de alimento de la empresa.

Un área del centro
Se muestra el centro de Heavener. Más de un tercio de los aproximadamente 3,000 residentes del pueblo son hispanos. Crédito: Brianna Bailey/THE FRONTIER

Mientras que las primeras oleadas de trabajadores provenían principalmente de México, empleados dicen que la planta ha reclutado cada vez más a inmigrantes recién llegados de Haití, Venezuela y Centroamérica para cubrir sus necesidades de mano de obra.

Los trabajadores inmigrantes suelen sentirse menos inclinados que los nacidos en Estados Unidos a reportar condiciones inseguras o lesiones porque temen perder sus trabajos o ser deportados, explicó Jose Oliva, director de campañas de HEAL Food Alliance, una coalición de organizaciones que representan a trabajadores de la industria alimentaria.

“Es como esta elección de: ‘¿Sigo arriesgando mi vida y mis extremidades en esta planta, o busco trabajo en otro lugar donde me paguen menos y no pueda enviar dinero a casa?’”, dijo Oliva.

Cuando la industria avícola comenzó a industrializarse después de la Segunda Guerra Mundial, las empresas priorizaron la tierra barata y la mano de obra económica, señaló Angela Stuesse, profesora de la Universidad de Carolina del Norte que ha estudiado cómo la migración latinoamericana transformó la industria avícola en Mississippi. Dijo que se abrieron muchas plantas avícolas en zonas rurales del sur, donde los recursos para los trabajadores son escasos, y que con el tiempo los productores desarrollaron una dependencia de trabajadores inmigrantes para los trabajos más agotadores.

“Esta industria es realmente experta en buscar constantemente quién es la población más vulnerable o explotable, y en cómo atraerla”, afirmó Stuesse.

Los médicos forenses identificaron a Ramírez utilizando una credencial de elector mexicana y documentos muestran que usaba un nombre y apellido diferente en la planta. Sus compañeros lo conocían como “Ricardo”.

QSI dijo en una respuesta escrita a las preguntas de The Frontier que mantiene “requisitos rigurosos de documentación e identificación que superan los requisitos federales”, incluido el uso de escáneres de reconocimiento facial.

“QSI no tiene registro de ningún empleado en la ubicación de Heavener, ni en ningún otro lugar, que no cumpla con nuestras políticas de identidad o que no haya pasado tales escaneos”, aseguró la empresa.

Leovigildo Ramirez Castillo

Ramírez estaba casado con una mujer local y tenía tres hijas y un hijo. Trabajaba en el departamento de pollo mecánicamente separado, una de las áreas más peligrosas de la planta, según dos trabajadores. La familia de Ramírez ha contratado a un abogado y los registros judiciales indican que planean presentar una demanda por homicidio culposo. Su viuda rechazó ser entrevistada para esta historia. El abogado de la familia dijo que no podía comentar sobre el caso hasta que se presente la demanda.


Hailey Breseman, quien trabajó en el turno después de la muerte de Ramírez, recordó lo ocurrido. Contó que cuando ella llegó por primera vez a la planta, todo transcurría como de costumbre.

“Estuvimos allí varias horas antes de que realmente nos sacaran del piso y dijeran: ‘Oigan, solo para que sepan, de verdad nos importa que su compañero haya muerto. Perdón por no haber dicho nada’”, recordó. “Fue como un pensamiento tardío”.

Esta historia fue producida en colaboración con Tulsa Flyer.

The Frontier es una sala de redacción sin fines de lucro que produce periodismo valiente con impacto en Oklahoma. Lee más en www.readfrontier.org.

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