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Humanos destruyendo ecosistemas: cómo medir nuestro impacto en el medio ambiente.

Las actividades humanas, como la cría industrializada de animales, están causando la destrucción de ecosistemas en todo el mundo, incluyendo hasta 1 millón de especies de plantas y animales.

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La Organización de las Naciones Unidas informó que 1 millón de especies de plantas y animales estaban amenazadas de extinción en 2019, y muchas de ellas estaban a solo décadas de llegar a un punto de inflexión. El mismo informe también encontró que tres cuartas partes de los entornos terrestres y dos tercios de los entornos marinos han sido alterados perjudicialmente por las actividades humanas.

Para reducir la pérdida de hábitat y las tasas de extinción, debemos comprender cómo las actividades humanas amenazan y ponen en peligro los ecosistemas.

¿Pueden las actividades humanas destruir los ecosistemas?

Los seres humanos impactan negativamente el medio ambiente de diversas maneras. La extracción de recursos naturales, la contaminación del aire y las vías fluviales y la devastación de paisajes salvajes son algunos de los ejemplos más dañinos de destrucción industrial. Estas actividades pueden destruir parte o la totalidad de un ecosistema completo, eliminando las plantas y animales que allí habitan.

A medida que la crisis climática continúa elevando las temperaturas en todo el mundo, los expertos dicen que la continua invasión humana de la vida silvestre amenaza la biodiversidad que es el sello distintivo de los ecosistemas salvajes.

Actualmente hay 77 animales catalogados como “extintos en estado salvaje” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), organización que publica una “lista roja” de especies al borde de la extinción La UICN también informa que más de 41,000 especies están amenazadas, aunque no al borde de la extinción, lo que representa el 28 por ciento del total de todas las especies evaluadas por los investigadores.

¿Cuántos ecosistemas han destruido los seres humanos?

Científicos han descubierto que se puede considerar que menos del 3 por ciento del territorio total de la Tierra todavía tiene integridad ecológica, un marco utilizado para medir los esfuerzos de restauración y mitigación para gestionar y preservar los ecosistemas.

Los seres humanos hacen un uso excesivo de las tierras biológicamente productivas de la Tierra (incluidas las tierras de cultivo, la pesca y los bosques) en al menos un 56 por ciento, lo que destruye la capacidad de estas tierras para proporcionar importantes servicios ecosistémicos, como almacenar emisiones de carbono o proteger la vida silvestre. Al menos el 75 por ciento de la superficie terrestre libre de hielo también se ha visto significativamente alterada. Los océanos también están cada vez más contaminados y la Tierra ha perdido más del 90 por ciento de los humedales desde 1700, según un informe de The Guardian.

Entre 2009 y 2018, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) encontró que el mundo perdió alrededor de 11,700 kilómetros cuadrados de coral, lo que equivale al 14 por ciento del total global, mientras que más del 30 por ciento de los arrecifes del mundo se han visto afectados por el aumento de las temperaturas. Los arrecifes de coral son recursos naturales extremadamente importantes, dado que albergan alrededor del 25 por ciento de los peces del océano y una amplia gama de otras especies.

¿Cuáles son los ecosistemas destruidos por la actividad humana?

Según un estudio de 2020 publicado en One Earth, los seres humanos alteraron significativamente los ecosistemas en un área del tamaño de México, ya que el 58 por ciento de los ecosistemas terrestres de la Tierra experimentaron una presión moderada o intensa por parte de la actividad humana. En el estudio también se descubrió que de los 14 biomas y 795 ecorregiones de la Tierra, 46 ecorregiones que abarcan 10 biomas se han visto muy afectadas por la destrucción causada por la humanidad, lo que ha provocado una grave pérdida de ecosistemas y biodiversidad.

El Índice Planeta Vivo, un indicador mundial gestionado por la Sociedad Zoológica de Londres y el Fondo Mundial para la Naturaleza, encontró una disminución del 68 por ciento entre 1970 y 2016 en el tamaño de las poblaciones de mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces. Esta reducción es particularmente severa en las subregiones tropicales de las Américas, donde las poblaciones de vida silvestre han disminuido en un 94 por ciento. Más de 3 millones de especies que viven en la selva amazónica están ahora amenazadas por el colapso del ecosistema causado por la actividad humana.

Los océanos también están amenazados. El PNUMA y otros expertos han proyectado que para 2050 habrá una disminución mundial del 70 al 90 por ciento en los arrecifes de coral vivos debido al cambio climático y que los arrecifes de coral pueden incluso extinguirse durante nuestras vidas. Más de un tercio de los mamíferos marinos y un tercio de los tiburones, sus parientes y los corales que forman arrecifes están ahora amenazados de extinción.

¿Cómo los humanos destruyen los ecosistemas?

Una de las mayores amenazas para los ecosistemas de la Tierra es la comida en nuestros platos. Los seres humanos destruyen la naturaleza, aceleran el cambio climático y ponen en peligro la biodiversidad como resultado de un sistema alimentario más industrializado y basado en la ganadería.

Un informe de la ONU encontró que más de un tercio de la superficie terrestre del mundo y casi el 75 por ciento de los recursos de agua dulce se destinan a la producción de alimentos para una población en rápido crecimiento. El informe también encontró que en 2015, el 33 por ciento de los peces marinos se capturaban a niveles insostenibles. En un artículo publicado en Science en 2006, los científicos descubrieron que los ecosistemas marinos estaban experimentando una pérdida de población sin precedentes debido a la sobrepesca y estimaron que la biodiversidad marina eventualmente colapsaría para 2050 si la humanidad continúa por la misma trayectoria insostenible.

Además de los efectos perjudiciales de la sobrepesca, la producción ganadera es responsable de la pérdida de biodiversidad. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) descubrió que el 26 por ciento de las tierras libres de hielo del planeta se utilizan para el pastoreo y el 33 por ciento de las tierras de cultivo se utilizan para la producción de piensos para la industria ganadera, lo que en conjunto amenaza con diezmar las tasas de biodiversidad de la Tierra.

La producción ganadera es uno de los mayores impulsores del cambio climático: la ganadería por sí sola es responsable de al menos el 16.5 por ciento de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. La ganadería también es una fuente bien conocida de contaminación del aire y del agua que amenaza los ecosistemas locales al sobrecargar los cursos de agua con fertilizantes, estiércol y pesticidas.

Uno de los mayores productores de carne vacuna del mundo es Brasil, donde la cría de bovinos está causando hasta el 80 por ciento de la deforestación del país. La ganadería bovina brasileña es responsable de la liberación de 392 millones de toneladas de carbono a la atmósfera cada año, lo que equivale al 17 por ciento de las emisiones totales del país. Este cálculo no incluye el cambio de uso del suelo, lo que añadiría aún más a esta cifra.

Si el consumo mundial de carne continúa creciendo —y ya se ha más que duplicado desde 1990—, las actividades humanas como la ganadería seguirán destruyendo los ecosistemas más vitales de la Tierra, incluida la selva amazónica.

Caza y pesca

La caza y la pesca son dos actividades humanas que también destruyen los ecosistemas salvajes. Cada vez que los seres humanos eliminan animales de sus ecosistemas, ya sea para alimentarse o hacer deporte, dañan los ecosistemas de manera directa e indirecta.

Por ejemplo, una investigación muestra que la caza excesiva puede matar árboles forestales debido a la reducción de mamíferos que comen semillas, lo que representa un riesgo para la dinámica ecológica más amplia de los bosques tropicales.

Además, la caza excesiva puede disminuir la diversidad de especies, perturbando las interacciones entre diferentes tipos de animales y otras criaturas, alterando los patrones de migración e hibernación y dañando las cadenas alimentarias naturales, lo que lleva a un crecimiento poblacional desigual entre especies. Todo esto crea un impacto negativo en los ecosistemas.

De manera similar, la pesca puede dañar los ecosistemas del fondo marino de maneras no deseadas. Una práctica común en la industria pesquera comercial es la pesca de arrastre, que arrastra plantas y corales o provoca capturas incidentales en las que especies marinas como delfines, ballenas, tortugas marinas y tiburones son capturadas involuntariamente y desechadas. La pesca de arrastre agita el agua de una manera que aumenta los sedimentos y bloquea la luz solar, creando zonas muertas en el océano.

Especies introducidas

Las especies invasoras son una gran amenaza para los ecosistemas, pues provocan la pérdida de hábitat y ponen en peligro la biodiversidad. Algunas especies son introducidas intencionalmente por los seres humanos en un área, como por ejemplo, para el control de plagas y la importación de mascotas. Estas introducciones deliberadas pueden tener un efecto perjudicial en los ecosistemas locales. Tal es el caso de las pitones liberadas en los Everglades de Florida, Estados Unidos. Dado que las pitones tienen pocos depredadores naturales allí, su introducción ha diezmado las especies locales. Las pitones introducidas han provocado que las poblaciones de mapaches y zarigüeyas caigan en picado en un 99 por ciento, destruyendo efectivamente las poblaciones de conejos de los pantanos y zorros en algunas áreas.

Otras especies se introducen involuntariamente mediante el transporte o el comercio. Por ejemplo, los mejillones cebra se adhieren a los barcos, lo que les permite propagarse fácilmente por las masas de agua. Los efectos de estos mejillones cebra son similares a una “pandemia acuática” que aumenta las posibilidades de proliferación de algas que matan a las especies nativas.

Cambio de uso de suelo

El cambio de uso de suelo es el proceso liderado por los seres humanos para transformar paisajes naturales, ya sea mediante acción directa o indirecta. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) ha descubierto que el cambio de uso de suelo para la agricultura puede conducir a una pérdida significativa de hábitat y biodiversidad, así como a la degradación de la tierra y el agua.

La conversión de paisajes salvajes en tierras de cultivo o para otros usos humanos ha causado la mayor parte de la deforestación y desertificación del mundo. La deforestación es el desmonte intencionado de tierras boscosas, ya sea mediante tala rasa o tala selectiva, para obtener madera para combustible, así como para la fabricación, el pastoreo y el cultivo de granos como maíz y soja para alimentación de animales criados en granjas. Esto puede conducir a la pérdida de biodiversidad al alterar los hábitats de las especies locales, una de las principales causas de extinción. En 2021, se perdieron 9.3 millones de acres de árboles en los trópicos debido al aumento de la población, la agricultura y la demanda de energía. La deforestación en la Amazonía ha obligado a los animales a abandonar sus áreas de distribución naturales a medida que los hábitats existentes son talados, eliminando sus fuentes de refugio, alimento y agua. También provoca la erosión del suelo y aumenta la polución del cambio climático al destruir las reservas naturales de carbono, como los bosques.

La erosión del suelo y la degradación de la tierra pueden causar vías fluviales congestionadas y contaminadas, aumento de inundaciones y pérdida de tierras cultivables a través de un proceso conocido como desertificación. La desertificación es una consecuencia de la degradación de la tierra, a menudo causada por el pastoreo excesivo, que conduce al deterioro de los hábitats a medida que la tierra se transforma en condiciones similares a las de un desierto. La ONU ha descubierto que la pérdida de tierras cultivables es entre 30 y 35 veces mayor que la tasa histórica y que cada año se pierden más de 12 millones de hectáreas de tierra debido a la desertificación.

Polución

La polución es la introducción de contaminantes en un hábitat con consecuencias adversas. Los contaminantes incluyen de todo, desde los gases de escape de los automóviles y la quema de carbón hasta las aguas residuales o los pesticidas, todos los cuales impactan negativamente en la tierra, el agua y el aire.

La contaminación del suelo puede ser causada por la agricultura, la minería, los vertederos, la construcción, los desechos nucleares, la urbanización y la industria. La contaminación del suelo también puede envenenar las aguas subterráneas mediante un proceso llamado lixiviación.

La Agencia de Protección Ambiental ha descubierto que más del 20 por ciento de los lagos y el 30 por ciento de los arroyos en Estados Unidos están contaminados por fuentes como los desechos animales de la ganadería industrializada, aguas pluviales, aguas residuales, combustibles fósiles y fertilizantes. La contaminación de la industria láctea, por ejemplo, causa polución del agua, y la contaminación procedente de desechos animales y fertilizantes llega a los océanos y provoca una de las zonas muertas más grandes jamás registradas en el Golfo de México.

Si bien la mayor parte de la contaminación del aire proviene del uso y la producción de energía, un estudio llegó a la conclusión de que la contaminación del aire por partículas finas provenientes de la agricultura industrializada, en su mayoría de la ganadería, provoca más de 17,000 muertes en Estados Unidos por año.

Explotación de recursos

Investigaciones han demostrado que los humanos están agotando los recursos naturales a casi el doble de la velocidad a la que pueden regenerarse. Para 2050, los humanos necesitaremos 2.5 planetas para satisfacer nuestras demandas de uso de recursos. Los recursos más explotados incluyen arena, agua, combustibles fósiles, aceite de palma, árboles y suelo. El uso excesivo de estos recursos —causado por malas prácticas agrícolas, la superpoblación, la tala y el consumo excesivo— puede generar escasez de agua, agotamiento del petróleo y los minerales, pérdida de la cobertura forestal y extinción de especies.

La expansión de la agricultura —principalmente para la producción de carne vacuna— ha sido una de las principales causas de la pérdida y degradación de los bosques. El desperdicio de alimentos en las granjas también tiene impactos negativos, ya que recursos como el agua, el combustible y fertilizantes utilizados para producir, empaquetar y transportar los alimentos finalmente también se desperdician.

¿Cómo podemos reducir el impacto de la actividad humana en el medio ambiente?

La ONU ha instado a la comunidad internacional a buscar el desarrollo sostenible para mitigar los impactos del cambio climático. Desafortunadamente, Estados Unidos, por ejemplo, no está en camino de cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, a pesar de que el presidente Joe Biden reincorporó al país en el Acuerdo de París en 2021.

El Informe de Objetivos de Desarrollo Sostenible 2022 de la ONU recomienda que los países implementen los siguientes cambios para reducir los daños humanos a la Tierra y sus ecosistemas:

  • Proteger y restaurar los humedales del mundo, que se utilizan como zonas de reproducción para el 40 por ciento de las especies de plantas y animales del mundo
  • Reducir el desperdicio de alimentos
  • Alejarse de la dependencia de los recursos naturales
  • Incrementar la financiación climática que invierte en acciones para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero
  • Luchar contra la acidificación de los océanos
  • Reducir el flujo de basura, desechos y escorrentías hacia los cursos de agua
  • Incrementar las áreas protegidas de los océanos
  • Mejorar la normativa y aumentar el seguimiento y vigilancia de la sobrepesca
  • Reducir la tala de bosques, provocada principalmente por la expansión agrícola
  • Luchar contra la extinción de especies alejándonos de los métodos agrícolas insostenibles, la tala y la sobreexplotación de especies silvestres
  • Incrementar las protecciones identificadas como clave para la biodiversidad global

En un informe especial del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) sobre el suelo, científicos del clima también recomendaron que la gente reduzca su consumo de carne.

Lo que tú puedes hacer

El aumento de la ganadería industrializada en todo el mundo es el principal impulsor de la pérdida de biodiversidad y la degradación de los ecosistemas. En 2021, una investigación apoyada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente predijo que la devastadora pérdida de biodiversidad continuará a menos que nuestro sistema alimentario experimente un cambio radical, como cambiar a dietas ricas en plantas.

Las investigaciones han demostrado una y otra vez que los alimentos de origen vegetal son mejores para el medio ambiente y generan menores emisiones de gases de efecto invernadero que la carne y los lácteos. Un estudio publicado en PNAS en 2022 también reforzó la importancia de un sistema alimentario ambientalmente sostenible con menos dependencia de estos alimentos.

Reducir el consumo de carne y el desperdicio de alimentos son dos de las acciones climáticas individuales más importantes que puedes tomar. También puedes votar por políticos que demuestren un compromiso con la elaboración de políticas públicas para proteger los ecosistemas.

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